Un nuevo estudio de Truth Finder Consulgency revela que el país vive el futbol como ritual colectivo, encuentra autenticidad en la Liga MX Femenil y le manda un mensaje claro a marcas y directivos rumbo a 2026

Por: Rodrigo Pujol Del Toro
En México la euforia por el Mundial está a tope, pero el corazón late con sentimientos encontrados. De un lado, emoción total por la Copa Mundial de la FIFA 2026, el “evento más grande jamás organizado”; del otro, una especie de ruptura silenciosa con el futbol nacional varonil. Así lo muestra el estudio “Tiempo extra: El dilema del futbol en México”, realizado por Truth Finder Consulgency, la unidad de consultoría e investigación de McCann Worldgroup México, que se metió a profundidad en la mente y el ánimo de la afición. La paradoja es clara: México ama el ritual del futbol, pero ya no está contento con cómo se juega desde la estructura. Según el estudio, el deporte se percibe hoy “lejano, sin identidad y sin alma”, un divorcio emocional que se atribuye a decisiones comerciales por encima de la deportividad, la fragmentación brutal de derechos de transmisión y una experiencia cada vez más cara y pulverizada para el fan. “Los fanáticos se ven obligados a adquirir múltiples suscripciones o a recurrir a plataformas piratas, y no será la excepción en la próxima Copa del Mundo. El futbol se siente inaccesible para quien lo sostiene: la afición”, advierte Agustín Cárdenas, vicepresidente de McCann Worldgroup México y director general de MRM.
Y, aun así, la llama no se apaga. El 98% de los mexicanos vive el futbol como un ritual colectivo, casi inmune a los malos resultados: lo ve en familia, con amistades, en casa o en bares; apenas 2% lo ve solo. El futbol sigue siendo catarsis emocional, una válvula para gritar lo que afuera se reprime. El jersey se confirma como uno de los símbolos más poderosos de identidad: 40% de los aficionados se pone la camiseta de su equipo en cada partido, estén o no en el estadio. Ponérsela significa apoyar, sentirse parte del juego, conectar con la familia y honrar una tradición que se hereda más que se explica. Aunque la cancha institucional no esté dando su mejor versión, el ritual está más vivo que nunca.
Mientras el futbol varonil se percibe saturado de polémicas, decisiones opacas y resultados irregulares, el estudio apunta a un contraste esperanzador: la Liga MX Femenil. Ahí la afición está encontrando una nueva autenticidad. El futbol practicado por mujeres es visto como “menos controversia, más conexión” y “más autenticidad, menos artificio”. Las cifras lo respaldan: solo entre enero y febrero de 2025, la Liga MX Femenil superó los 10.9 millones de vistas, más que en todo 2024, mientras 13 millones de mujeres ya se reconocen como espectadoras del futbol. Para muchos fans, el futbol femenil representa todo lo que la rama varonil parece haber dejado de ser: pasión cercana, entrega genuina y sentido de comunidad.
En paralelo, el Mundial 2026 lo revoluciona todo. Habrá 104 partidos (62.5% más que en 2022), un show de medio tiempo en la final al estilo Super Bowl y una derrama estimada de 3,000 millones de dólares en México, además de más de 40 mil empleos directos e indirectos. La emoción está ahí, pero el estudio lanza una alerta: si el país no atiende la crisis de identidad del futbol mexicano, el ruido mundialista puede maquillar, pero no resolver, la desconexión de fondo. Solo 15% de los encuestados cree que México tiene la mejor calidad de futbol, frente a Argentina (27%) y España (33%).
En la mente del consumidor, las marcas que se asocian de forma más espontánea al Mundial son Caliente, Coca-Cola, Nike, Corona y Telcel. Pero Truth Finder Consulgency es tajante: ya no basta con poner anuncios alrededor del balón. La recomendación es que las marcas dejen de jugar solo “desde la pauta” y empiecen a jugar con el fan, desde la cultura y la emoción. El estudio plantea cuatro ejes para reconectar con la afición: pertenencia y comunidad (activar viewing parties reales, mostrar familias y grupos diversos, no estereotipos), identidad y simbología (releer el valor del jersey y los colores desde la emoción, no desde el cliché), catarsis colectiva (poner en el centro el grito, el abrazo, el desahogo como salud emocional, con la marca como aliada y no protagonista) y el flex del mexicano: ese humor autocrítico, irónico y entrañable que, bien usado, alivia, une y deja huella.
El dato que cierra el círculo es poderoso: 28% de los mexicanos disfruta el futbol como tradición familiar y 24% disfruta tanto lo que pasa alrededor del juego como el partido en sí. En otras palabras, hay un universo entero por activar más allá de los 90 minutos. “La cancha está lista, y la afición espera un cambio. La oportunidad está abierta para reescribir el significado del futbol en México”, resume Joan Frías, director de marketing, comunicación y consultoría de McCann Worldgroup México. El reto, para marcas, ligas, medios y directivos, es atreverse a contar una historia distinta: una que dignifique la cultura futbolera mexicana, recupere el estilo propio y entienda que, pase lo que pase en la tabla, la pasión ya está puesta del lado de la gente. Solo falta que el juego se ponga a la altura.
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