Un ícono absoluto del heavy metal y la cultura pop Su muerte ocurre apenas unas semanas después de su último show, una despedida épica junto a Black Sabbath en su natal Birmingham.
Por Rodrigo Pujol Del Toro
No se puede hablar del rock sin mencionar a Ozzy. Nacido como John Michael Osbourne en 1948, el hombre que alguna vez mordió la cabeza de un murciélago en pleno escenario se convirtió en mucho más que un frontman: fue un fenómeno global, un sobreviviente de los excesos, una estrella de reality, y sobre todo, un creador de himnos generacionales como Crazy Train, Mr. Crowley, Iron Man y Paranoid.
Su salud se había deteriorado en los últimos años, tras una serie de cirugías y su diagnóstico de Parkinson en 2020. Pero como buen guerrero del escenario, Ozzy se despidió en sus propios términos: sentado en un trono, frente a 40,000 personas en el estadio Villa Park, cantando con su banda original en el evento titulado “Back to the Beginning”, un espectáculo que reunió a Black Sabbath con invitados como Metallica, Steven Tyler y Slash. El show no solo fue histórico por su emotividad, sino que también recaudó más de £140 millones para fundaciones contra el Parkinson y hospitales infantiles.
En ese concierto final, el público lloró, gritó y aplaudió cada verso, sabiendo que estaban siendo testigos de la última manifestación en vida de un dios del metal. Un evento que cerró el círculo que él mismo había abierto más de cinco décadas atrás, redefiniendo la música pesada.
Ozzy deja un legado brutal: más de 100 millones de discos vendidos, múltiples premios Grammy, un lugar en el Rock & Roll Hall of Fame, y una legión de fans que hoy lo lloran en todo el mundo. Pero también deja momentos memorables fuera de la música: el éxito del reality The Osbournes en MTV, su excéntrica relación con Sharon Osbourne, su lucha pública contra las adicciones, y una honestidad brutal que lo hizo tan humano como mítico.
Hoy, la industria pierde a una leyenda, pero el infierno gana su más grande rockstar.
Como él mismo dijo alguna vez: “I’m not afraid of death, but I’m in no hurry to die”.
Hoy, el tren loco finalmente hizo su última parada. Y el mundo del rock nunca será igual.
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